viernes, 29 de enero de 2010

Comunicación Biológica

La comunicación biológica es un fenómeno común en todo el reino animal: dos personas entablan una conversación, un ave canta y su pareja vuela para reunirse con él, un gato se eriza amenazando a su adversario y evita que éste lo ataque, un mono grita en presencia de un depredador y su grupo se refugia... Todo animal se comunica en algún momento de su vida ya sea para reproducirse, alimentarse, competir o evitar ser depredado. La comunicación es el resultado inevitable de que para cumplir todas estas actividades vitales todo animal debe interaccionar no sólo con el medio físico sino también con el biológico, más precisamente con otros animales. De este modo, la interacción es lo que caracteriza a la comunicación biológica.
Podría decirse que existe comunicación biológica cuando un individuo produce una acción que probablemente cambie el comportamiento de otro individuo. Es decir, el que percibe la acción probablemente se comporte de una manera diferente a lo que se esperaría si no hubiera recibido un indicio.
El sistema comunicativo
¿Cómo se compone?
Teniendo en mente qué es la comunicación, podemos preguntarnos qué sucede cuando hay comunicación o, mejor dicho, cuáles son los elementos básicos que encontramos en un sistema comunicativo. Para que este sistema exista debe haber por lo menos dos individuos cuyos roles puedan intercambiarse en la siguiente interacción: el emisor (quien emite un mensaje) y el receptor (quien lo recibe). Pero tenemos un tercer elemento: la señal o, mejor dicho, conjunto de señales, llamado también repertorio de señales o código. El receptor y el emisor deben compartir –por lo menos en parte– el mismo código, es decir, las señales que un emisor transmite deben ser “entendidas” por el receptor, por decirlo de otra forma, ambos deben “hablar el mismo idioma”.
Hemos de agregar un cuarto elemento: este código o repertorio de señales va a ser transmitido a través de un canal comunicativo o sensorial, que es la modalidad que se utiliza para comunicarse. Este canal puede ser químico, visual, acústico, táctil, sísmico o eléctrico. En el medio físico por el que viaja la señal actúa el ruido que distorsiona la información (código) que viaja por dicho medio. El ruido –que es cualquier elemento o fenómeno que degrada o impide el pasaje de la señal entre el emisor y el receptor– no tiene por qué ser sólo acústico (sonido), sino que para el canal visual por ejemplo puede ser una rama, una pared, etc.; para el canal químico puede ser el viento, y así para cada canal comunicativo. El ruido, siempre presente en los sistemas comunicativos, va a condicionar el funcionamiento de los mismos.
¿Cómo funciona?
Hasta aquí hemos descrito cómo se compone el sistema comunicativo básico, pero este sistema no se encuentra aislado sino inmerso en un medio. El contexto que encuadra la interacción brinda a los receptores otras fuentes de información: un emisor gordito y grande muestra su plumaje brillante y colorido y, como si fuera poco, canta; el receptor sólo percibe el canto en un principio, pues existe ruido en el ambiente –ramas y hojas– que no dejan ver cuán grande, gordito y bonito es el emisor a pesar de que el tamaño, estado nutricional y colorido son también fuentes de información. A su vez, el canto de otras aves puede significar ruido con respecto a la señal auditiva –el canto del emisor–, esto genera que no se perciba muy bien de dónde proviene el canto, sin embargo, el receptor reacciona acercándose en la dirección correcta y logra ver al emisor. Ahora, atraído además por su buen aspecto, decide formar pareja; el contexto en el cual están inmersos –temperatura adecuada y la buena disponibilidad de alimentos en el medio–, entre otras cosas, los condiciona a que así sea.
De esta forma, para que se produzca la comunicación, la información deberá intercambiarse entre el emisor y el receptor, y además tener algún efecto. Muchas veces las señales no son atendidas por potenciales receptores y entonces no se completa la comunicación. También existen señales que no son emitidas para un receptor determinado sino “para aquel al que le interese”, como podría ser el ejemplo recién citado. Finalmente, siempre van a existir receptores indeseados por el emisor como predadores, competidores o parásitos que van a hacer uso de tales señales para beneficio propio. Este hecho se ubica entre los costos que presenta el emisor al decidir emitir las señales.
Las señales
Los animales requieren estar informados. La información que obtienen del medio en el que se encuentran les permite “tomar decisiones” de cómo actuar. En general, puede entenderse que cuanta mayor información obtengan del medio, tanto más probable será que tomen las “decisiones” adecuadas. Sin embargo, los animales también pueden beneficiarse al transmitir la información. En el transcurso de la evolución los animales se han especializado en ser buenas fuentes de información desarrollando actos que se transformaron en señales y que constituyen las mejores fuentes informativas utilizables por los participantes de la interacción. Este tipo de señales son los llamados displays, que pueden ser visuales, audibles, eléctricos, químicos, etc. Aunque el término suene un tanto complicado, todos hemos observado en nuestra vida cotidiana cuando un perro marca su vecindario con su orina, o escuchado el cantar de los pájaros en un día de primavera. Estas y otras señales especializadas que son utilizadas por los animales para comunicarse son ejemplos de displays.

1 comentario:

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